Una nota muy clara y concisa que fija una posicion que mantuvo nuestro pais a lo largo de los años ,pero al dia de hoy se considera un "latiguillo" para fijar una idea que no puede ser llevada a la practica sino es por un acuerdo delas partes sentandose sin condiciones a conversar.....para esto parece que "pasaran mas de mil años" esperemos que esta sentencia no sea cierta y veamos a la brevedad flamear la bandera de la PAZ.....IG
Hay
quienes fuimos desde siempre partidarios de la existencia de un Estado
Palestino o Árabe o como quiera llamársele. El 29 de noviembre de 1947,
Naciones Unidas no creó solamente a Israel sino también a ese otro
Estado. Y el Uruguay fue actor protagónico en esa histórica decisión,
luego de una larga campaña liderada por el Presidente Luis Batlle Berres
y la destacada actuación que le correspondió a nuestra delegación,
integrada por el Prof. Enrique Rodríguez Fabregat (Representante ante
Naciones Unidas), el Prof. Oscar Secco Ellauri y el Ing. Edmundo Sisto.
Desgraciadamente,
como es bien sabido, los países árabes no aceptaron la resolución,
declararon la guerra y dejaron sin solución a los miles de palestinos
que vivían en ese territorio, muy dispersos y aún sin verdadera
conciencia nacional. La mayoría de ellos, incluso, habitaban en
Jordania.
Es de llorar pensar en cuánta sangre y sufrimiento se
habrían evitado de haberse acatado el histórico pronunciamiento de
Naciones Unidas, que en nuestra visión sigue siendo la decisión política
de mayor trascendencia de la comunidad internacional.
El hecho
es que, 65 años después, seguimos con la herida abierta y una guerra no
definida que apenas, cada tanto, experimenta alguna tregua para
continuar más tarde. El Acuerdo de Oslo estableció un mecanismo de
negociación, pero bien vemos lo claudicante que es.
Lo peor es
que no se ve el horizonte cuando existen Estados, que integran Naciones
Unidas, que sostienen como política explícita la desaparición de Israel y
del pueblo judío, por el medio que sea. Posición que también sustenta
Hamas —hoy gobierno en Gaza— en su propia carta orgánica y por la cual
ha sido declarada organización terrorista por la Unión Europea, los
Estados Unidos, Canadá y Japón.
La mayoría de los países que hoy
ardorosamente proclaman la necesidad de crear el Estado Palestino
ignoraron —e ignoran olímpicamente— aquel rechazo original, que es aún
la madre del conflicto. Ahora se han lanzado en Naciones Unidas a
consagrar el estatus de “Estado observador” a Palestina, decisión que,
paradójicamente también acompañaron muchos de los que reconocen que
Hamas es terrorista.
¿Por qué esta decisión es un paso negativo?
Porque la paz tiene que provenir de una negociación entre Israel y las
autoridades palestinas, donde ambos se reconozcan explícitamente como
Estados y resuelvan sus fronteras. Los palestinos quieren ser
reconocidos como Estado; Israel quiere fronteras seguras y que pongan
fin al reclamo de su territorio. Cuando a los palestinos se les reconoce
el Estado sin condición alguna se está, justamente, concediendo
graciosamente lo que debería ser uno de los términos de la negociación.
La
otra consideración fundamental es que se vota ese reconocimiento sin
exigir el respeto a los códigos y principios del orden internacional. Si
seguimos proclamando la “Guerra Santa” y la capitalidad musulmana de
Jerusalén y la propiedad del territorio, simplemente se está
cohonestando la barbarie.
Tal es el despropósito que tampoco se
toma en cuenta que Israel, en 2005, entregó unilateralmente Gaza que, en
vez de haber sido una prenda de paz, ha servido hasta hoy como base de
lanzamiento de misiles contra la sacrificada población israelita de la
zona.
Es elemental que se le reclame a ese “observador” que, así
como se beneficia de la comunidad internacional, comulgue también con
sus principios, respete a Israel y reconozca que no será por la
violencia que alcanzará su reconocimiento pleno. Es muy hipócrita
lamentar la violencia de ambas partes cuando no se reacciona antes,
cuando se agrede a Israel ante el silencio de una organización
internacional que ahora sí debiera asumir responsabilidad y hacerse
cargo de una vigilancia estricta de la tregua pactada.
No es lo
mismo agredir que ser agredido. No es lo mismo ser un Estado democrático
que una organización terrorista. En algún momento se tendrá que partir
de estas bases fundamentales.
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