20 de agosto de 2014

A los cristianos de Irak no les llega la voz de España

El 1 de abril de 1933 los nazis pintaron la estrella de David y la palabra "Jude" en los comercios propiedad de judíos en Alemania, pero a veces, a causa de las prisas, solo escribieron una "j" en la fachada.
En julio pasado los yihadistas del Estado Islámico pintaron en rojo el equivalente de la "n" en árabe, primera letra de la palabra "nasarah" (nazareno o cristiano), en las fachadas de las casas de los fieles de esa religión en Mosul (Irak). Ochenta años después la historia se repite.
Presos iraquíes del Estado Islámico a punto de ser ejecutados.
Aquellas pintadas fueron el principio de la eliminación de una de las grandes minorías religiosas asentada en el norte de Irak desde hace 20 siglos, mucho antes de que brotase el islam, gracias a San Tomás y a San Tadeo. Aunque en teoría se les dio la posibilidad de convertirse al islam para salvarse, más de cien mil cristianos fueron despojados de sus bienes y expulsados del recién creado Estado Islámico. Sus propiedades y las iglesias fueron incautadas, los símbolos religiosos destruidos, los manuscritos quemados en unos pocos días, según coinciden todos los testimonios.
Hay también acusaciones más graves sobre hombres cristianos crucificados, niños decapitados en un parque, para sembrar el pánico entre la comunidad, y mujeres convertidas en esclavas de los nuevos dueños de Mosul. Con el tiempo se verá si se confirman todas ellas, pero a día de hoy ya está claro que los seguidores del autoproclamado califa Al Bagdadi, el líder del Estado Islámico, han cometido todo tipo de atrocidades.
De los 1,5 millones de cristianos que había en Irak en 2003, cuando EE UU intervino para derrocar a Sadam Husein, quedan ahora menos de 400.000 porque los demás han huido del acoso y los ataques que padecen. Solo este dato basta para medir el desastre que a la postre ha sido aquella invasión.
Hay otra minoría en esa región septentrional de Irak, los kurdos yazidies, a los que los yihadistas tratan de exterminar. Su religión no es del Libro, es politeísta. A ojos de los islamistas más radicales son adoradores del diablo y solo merecen la muerte. Acorralados en la cordillera de Sinjar, donde han huido varias decenas de miles, cientos de yazidies, acaso miles, ya han fallecido de deshidratación, de agotamiento etcétera. Intentan refugiarse en el Kurdistán iraquí que el Estado Islámico quiere también conquistar.
A mediados de la década de los noventa la OTAN, con EE UU a la cabeza, lanzó dos operaciones militares sucesivas en la antigua YugoslaviaDeny Flight y Deliberate Force, para evitar que las fuerzas serbias de Slobodan Milosevic y sus satélites (la República de Srpska) aplastasen a los musulmanes bosnios. Se llegó tarde, pero aún así se salvaron muchas vidas. España participó entonces con ocho aviones F-18 y acogió en su territorio a más de 2.000 refugiados bosnios.
Veinte años después de aquella intervención en Bosnia, ante lo que acabará siendo considerado como un genocidio en Irak, solo EE UU ha reaccionado militarmente con bombardeos aéreos para frenar al Estado Islámico. Dos países europeos, Francia y el Reino Unido, han manifestado su disposición a hacer llegar ayuda humanitaria a cristianos y yazidies. La reacción es más bien escasa.
"Muchos cristianos entrevistados expresan una sensación de completo abandono y de desesperanza", escribe el diario The New York Times. Recalcan que el repicar de las campanas de las iglesias mezclado con los llamamientos a la oración de los musulmanes -uno de los símbolos de la larga tradición de tolerancia de Mosul- "nunca más volverá a ser oído".
El papa Francisco ha hecho llamamientos, el último el domingo 10, pidiendo oraciones por los cristianos perseguidos y denunciando hechos que "ofenden gravemente a Dios y a la humanidad". Entre los grandes países europeos es en Francia, el Estado más laico, donde esa cacería religiosa ha suscitado más solidaridad.
Los ministros franceses de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, y de Interior, Bernard Cazeneuve, hicieron el 28 de julio, una declaración conjuntaofreciendo agilizar el asilo para los perseguidos; el presidente François Hollande pidió a continuación a la UE que se movilice; la conferencia episcopal francesa envió a una delegación a Irak encabezada por el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon; y el domingo, en algunas iglesias de Francia, se rezó y se hicieron colectas por los cristianos de Oriente Próximo.
Hasta en México, tan alejado de Oriente Próximo, la Conferencia Episcopal emitió un comunicado y pidió que se celebrase el domingo pasado, en la Basílica de Guadalupe, en la capital, una misa especial por los cristianos de Irak. A ellos les dedicó su homilía el padre Ángel Luis Lorente. 
El España el Ministerio de Asuntos Exteriores publicó, el 8 de agosto, un comunicado manifestando su "profunda preocupación" y su apoyo a los bombardeos de EE UU sobre el Estado Islámico. Eso fue todo. No se ofreció asilo a las víctimas. Ningún ministro, ni siquiera el de Asuntos Exteriores, ha dicho una palabra; la Conferencia Episcopal guarda silencio -solo se sumó a una nota de los obispos de Europa-, como también permanecen callados los partidos políticos y la sociedad civil. En las homilías pronunciadas el domingo pasado en muchas iglesias de España. y colgadas en Internet. se habló de todo un poco, pero no se mencionó a los "hermanos de Irak".
¿Sigue siendo España un país católico? Su voz, en todo caso, no llega a los cristianos iraquíes.

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