Quiero
hacer público por este medio una carta abierta a la jefa del Estado.
Estimada
señora Presidenta: no creo que pueda entender usted mi indignación y mi repudio
en relación con la firma de un acuerdo entre las autoridades de nuestro país y
de la República Islámica de Irán por la investigación de la causa Amia.
Más
allá de la aberración jurídica que implica dicho “acuerdo”, le pregunto: ¿por
cuántos centavos venderá usted el alma de cada uno de los 85 muertos? ¿Cuánto
beneficio reportarán las operaciones comerciales con Irán a nuestras
deterioradas arcas nacionales? ¿Cuánto nos cuesta alinearnos con declarados
judeofóbicos antisemitas? ¿Cuál es al valor de nuestra dignidad como pueblo y de
nuestra soberanía, que no sólo implica nuestro territorio?
Tras
18 años de investigaciones, el gobierno fundamentalista iraní se ha negado a
colaborar con la investigación de la causa Amia; ha nombrado en cargos
gubernamentales de importancia a los acusados; ha apoyado a agrupaciones
terroristas proveyéndolas de efectivo y de armas; ha apoyado a regímenes
totalitarios... y la lista sigue.
El
presidente Mahmud Ahmadinejad ha negado de manera sistemática la existencia del
Holocausto; ha declarado su odio hacia las personas de confesión judía y hacia
los occidentales; ha anunciado la destrucción de un país: Israel.
Ahmadinejad
prepara un nuevo Holocausto. Esta vez intentará arrojar sobre Jerusalen la bomba
atómica que está construyendo, para exterminar a más de seis millones de
personas de un solo golpe.
Hitler
hizo más moderadas declaraciones que Ahmadinejad antes de llevar su plan
adelante, pero el mundo callaba y lo apoyaba por miedo al comunismo creciente.
Arthur Neville Chamberlain, el canciller británico, firmaba acuerdos con él
(Munich, 1938), otorgando lo que entonces era Checoslovaquia a los nazis.
¿Qué
entregará nuestro canciller a Ahmadinejad?
Señora
Presidenta, yo no soy su opositor político, pero sí me duele mi Argentina.
Como
ciudadano, le exijo dar marcha atrás con semejante barbaridad, le exijo pedir
disculpas a la colectividad judía de su país por firmar este acuerdo, y por
hacerlo el 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del
Holocausto.
Se
lo exijo a usted como nuestra Presidenta, nuestra representante ante el mundo,
como cabeza de nuestro Poder Ejecutivo, como exsenadora nacional, como
argentina, como madre, como ser humano sensible que usted es.
Muchos
argentinos luchamos cada día desde nuestro humilde lugar para vivir en una
sociedad mejor y para legar a nuestros hijos un país desde el cual no deban
emigrar.
Puede
enviarme usted a la Afip, puede usted anular mi pasaporte y mi DNI, puede
intervenir mis teléfonos y correos electrónicos, puede el Estado amenazarme y
desprotegerme, pero no tiene usted el derecho de sumergir a los argentinos en
semejante vergüenza.
Con
mi mayor respeto y consideración por su investidura.
*Escritor.
Expresidente de la filial Córdoba de
Daia
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