4 de abril de 2013

LO QUE PASO CON OBAMA EN JERUSALEM Traducido del Washington Posto



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Creo honestamente que si cualquier padre israelí se sentara con unos niños palestinos, se diría: ‘Quiero a estos niños tengan éxito en su vida’ ” – Barack Obama, en Jerusalén, el 21 de Marzo,
Muy cierto. Pero ¿cómo se sentiría la otra parte ante unos niños israelíes?
Consideren la posibilidad de que la madre más venerada de la sociedad palestina es Mariam Farhat de Gaza. ¿Su distinción? Tres de sus hijos murieron en diversos intentos de tratar de asesinar a israelíes: uno de ellos en un ataque suicida, disparando y lanzando granadas en una sala llena de estudiantes judíos.
Esa madre venerada se vanagloriaba de sus hijos “mártires“, deseando solamente poder tener otros 100 niños que como su hijo atacante suicida se “sacrificaran… por amor de Dios“.  Y por eso fue veneraba como “la madre de la lucha“, elegida para el parlamento y muy llorada tras su reciente fallecimiento.

Esto en cuanto a la reciprocidad. En los territorios palestinos, las calles, plazas, campamentos de verano, escuelas secundarias, incluso un jardín de niños se nombran con los nombres de atacantes suicidas y de otros asesinos de masas. Esto en cuanto a la idea de que con solamente que los padres israelíes se preocuparan por los niños árabes la paz sería posible.
Y es que ese no ha sido nunca precisamente el problema. Los israelíes no han querido otra cosa que la paz y la seguridad para todos los niños. Es por eso que aceptaron la partición de la ONU de 1947 del Mandato Británico de Palestina en un Estado judío y otro árabe. Por desgracia – otra asimetría – los árabes dijeron que no. A día de hoy, los palestinos han rechazado todas las ofertas de paz que permiten dejar en pie un Estado judío.
Y esto no es historia antigua. Yasser Arafat dijo que no en Camp David, en el 2000, y en Taba, en el 2001. Y en 2008, el primer ministro Ehud Olmert ofreció un Estado palestino en casi toda la Ribera Occidental (con intercambios territoriales proporcionales) y con su capital en una Jerusalén compartida. Mahmoud Abbas dejo pasar nuevamente esta oferta
En ese mismo discurso, Obama señaló un tanto alegremente que estas “oportunidades históricas perdidas” no debían impedir la búsqueda hoy en día de la paz. Pero estas “oportunidades históricas perdidas” no son sucesos aleatorios. Presentan un patrón continuo e incesante que ha permanecido durante siete décadas y que se resume en rechazar cualquier posibilidad de una paz final con Israel (mientras permanezca como un Estado judío y democrático).
Entonces, ¿cuál fue el núcleo del discurso de Obama en Jerusalén animando a los jóvenes israelíes a hacer la paz, un discurso con el cual los medios de comunicación no han dejado de babear? El núcleo solo fue mera retórica, un espectáculo destinado a suavizar el impacto que en la parte árabe del evento ocasionaría el elemento realmente importante del viaje de Obama: una importante reconsideración de su posición en el proceso de paz.
Obama sabe que las conversaciones de paz no avanzan. En primer lugar, porque no hay manera de que Israel puede hacer concesiones con cierta cordura, mientras que su barrio y medio ambiente está cada vez más crispado e inestable – la Hermandad Musulmana se hace cargo de Egipto, los cohetes se disparan desde Gaza , Hezbollah enarbola sus 50.000 misiles dirigidos contra Israel, la guerra civil asola Siria con posibilidad de armas químicas y yihadistas en aumento, y de paso Irán amenazando abiertamente con arrasar Tel Aviv y Haifa.
En un segundo lugar, la paz no va a ninguna parte porque Abbas le ha demostrado a Obama durante estos últimos cuatro años que no tiene ningún interés en negociar. Sin embargo, el  mensaje de Obama a Abbas fue contundente: ven a la mesa sin condiciones previas, es decir, sin la excusa de pedir una congelación de los asentamientos en primer lugar.
El propio Obama ha contribuido a este callejón sin salida cuando impuso inicialmente esa condición: por vez primera en la historia de las negociaciones árabe-israelíes hace cuatro años. Y cuando Israel respondió con un congelación de los asentamientos durante 10 meses, en un gesto igualmente sin precedentes, Abbas no se presentó a hablar hasta que transcurrieron nueve de eso diez meses y entonces salió para no volver jamás.
En Ramallah, la semana pasada, Obama no solamente tuvo que hacer frente a esta esquiva perenne palestina. Comenzó demoliendo la argumentación de aquellos que siempre afirman que los asentamientos son el obstáculo para la paz, para añadir ante Abbas que la soberanía palestina y la seguridad de Israel son “las verdaderas raíces del problema“. “Si queremos resolver esos dos problemas, el problema de los asentamientos se resolverá“.
Por último. la validación presidencial de una perogrullada escandalosamente obvia: cualquier acuerdo de paz producirá un estado palestino sin un solo asentamiento israelí que permanezca en su territorio. Cualquier asentamiento en el lado palestino de cualquier frontera acordada será demolido. Por lo tanto, cualquier paz que reconcilie a un Estado palestino con la seguridad de Israel automáticamente resolverá la cuestión de los asentamientos. Desaparecerán.
Sí, Obama afirmó que los habituales encantamientos sobre los asentamientos son inútiles. No había nada nuevo aquí. También podría haberlos llamado ilegales o ilegítimos. No habría importado, porque Obama los había declarado oficialmente irrelevantes.
Exponer que los asentamientos son una mera excusa para la negativa palestina a negociar, fue la gran noticia de este víaje de Obama, una noticia ampliamente pasada por alto por los medios de comunicación. No obstante, fue un gran avance.
¿Van ellos (los palestinos y sus seguidores en los medios) a soportarlo? Quién sabe. Pero cuando un presidente estadounidense como Obama, tan comprensivo con la causa palestina, le dice a Abbas que deje de obstruir la paz con la falsa excusa de los asentamientos, algo importante ha sucedido. Abbas, desenmascarado y triste, lo sabe mejor que nadie.
Autor:  Charles Krauthammer – Washington Post - Fuente

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