El presidente de
Francia, François Hollande, confirmó la terrible
verdad: “Ni un soldado
alemán, ni uno solo, participó en el arresto de
los judíos franceses durante
la ocupación nazi ni en su envío a los
campos de exterminio. Lo cierto es que
el crimen fue cometido en
Francia, por Francia”.
Se cumplían siete
décadas de la concentración de judíos en Drancy y el
Velódromo de Invierno,
donde eran subidos a los trenes de ganado que
los llevarían a las cámaras de
gas de Auschwitz
La policía francesa hizo la lista de los judíos y fue
por ellos. El
presidente Chirac afirmó en 1995: “Francia, el país de la
ilustración
y de los derechos humanos, tierra de bienvenida y asilo, Francia
ese
día cometió lo irreparable”. “Hablemos de las horas oscuras de
la
colaboración”, agregó Hollande hace unos días, “hablemos de
nuestra
historia y por lo tanto de la responsabilidad de Francia”.
No
conozco confesión alguna de
culpa tan categórica por parte del
mandatario de una nación. “Estamos
reunidos esta mañana para recordar
el horror del crimen, lamentar el dolor de
quienes sufrieron la
crueldad y hablar de las negras horas de colaboración,
nuestra
historia, la responsabilidad de Francia en la tragedia.
Estamos
reunidos para mantener en la memoria el Holocausto, del cual
las
redadas fueron primera etapa, para librar la batalla contra el
olvido
y decir a las nuevas generaciones lo que la barbarie puede causar
y
las defensas que la humanidad posee para derrotarla”.
Al arrestar
miles de inocentes, la orden del gobierno de Vichy fue que
los niños no
deberían ir en los mismos trenes que los adultos. Los
padres fueron separados
de los hijos y enviados en distintos vagones a
la cadena industrial de la
muerte. Debían arribar en punto para sacar
de la cámara los cadáveres tibios,
llenarla sin pausas con los recién
llegados en número exacto a fin de no
desperdiciar el gas calculado
por persona y dejar caer los cadáveres a los
hornos encendidos día y
noche.
“Fueron asesinados sólo por ser
judíos”, dijo el presidente. “El
crimen fue cometido aquí, en nuestra
capital, en nuestras calles, los
patios de nuestras casas, las banquetas,
escuelas, lugares de juegos
infantiles. La infamia no tiene precedente ni
comparación: el
Holocausto, el intento de aniquilar a todos los judíos del
continente
europeo. 72 mil judíos franceses fueron deportados a los campos de
la
muerte. Volvieron únicamente 2 mil 500. Esos hombres,
mujeres y niños
no sabían la suerte que les esperaba, ni siquiera lo
imaginaron. Ellos
creían en Francia”.
“Creían, agregó el orador, que
el país de la Gran Revolución y la
Ciudad de la Luces era un cielo seguro
para ellos. Amaban la república
con la pasión nacida de la gratitud porque
fue en París en 1791, bajo
la Asamblea Nacional Constituyente, que los judíos
llegaron a ser
ciudadanos con todos los derechos por primera vez en Europa.
Hace 70
años la promesa y su fe fueron traicionados. Mi presencia esta
mañana
obedece a la firme determinación de Francia de honrar la memoria
de
los niños perdidos y de los muertos sin tumba, cuya sepultura
es
nuestra memoria”.
El presidente Hollande recordó: “El honor fue
salvado por los héroes
anónimos que ocultaron algún vecino y arriesgaron su
vida por la de
inocentes, lo que permitió sobrevivir a tres de cada cuatro
judíos
franceses; por el general De Gaulle, quien de pie, el 18 de junio
de
1940, continuó la batalla; por la resistencia, el ejército en
las
sombras que no se resignó a la derrota; y por los soldados
presentes
en los campos de batalla, con nuestra bandera, los miembros de
las
Fuerzas de la Francia Libre”.
El magnífico discurso alcanza la
magnitud de una lección universal.
“La verdad no divide a los pueblos. Los
une. Estoy convencido de
nuestro deber de recordar, mantener la memoria con
la verdad y la
esperanza. La ignorancia es la fuente de numerosos abusos.
Tenemos la
misión de enseñar, educar acerca del pasado y hacer entender
sus
dimensiones. El Holocausto está en los planes de estudio de
las
escuelas primarias y secundarias de Francia. Debemos mostrar
su
asombrosa singularidad. Por su naturaleza, su escala, sus métodos y
la
terrible exactitud de su consumación, este crimen es único en
la
historia. Debemos recordarnos constantemente a nosotros mismos
su
abismal diferencia”.
Finalizó con una denuncia: “El Holocausto no
se creó en el vacío, no
emergió de la nada. Fue posible por siglos de
ceguera, estupidez,
mentiras y odio. Fue precedido por señales que no
alertaron la
conciencia de la gente. No eran monstruos, tenían nuestros
rostros”,
dijo Primo Levy. “Recordar cómo creció la ignominia, para que no
se
repita”.
Gracias, presidente François
Hollande.
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